Como imaginarás, el resto de mi tiempo lo he pasado formándome. Me encanta aprender cada día algo nuevo, todas las noches hago un repaso de mi día para analizarlo.
Mi etapa estudiante, la verdad ha sido bastante buena, me gustaba lo que hacía y lo disfrutaba aunque si os soy totalmente sincera, me autoexigía demasiado. En la universidad, soy de los “grados” y todo lo que ello conlleva (exposiciones, exposiciones y más exposiciones) pero tengo que admitir que me encantan, siempre que tenía que salir alguien del grupo, era yo porque lo disfrutaba, me llena aportar algo a los demás y que llegue mi comunicación.
Cuando me incorporo al mundo laboral lo hago de lleno, en un departamento financiero de una startup en pleno crecimiento en la que me encargo de todo tipo de gestión empresarial y todo lo que conlleva, gestión de equipo, finanzas, pagos, contabilidad, entrevistas a personal, despidos, proveedores… y sí, también a inspecciones de trabajo. Tengo que reconocer que aunque en su momento no entendía que todo eso me tocase a mí (excusándome en mi edad), me hizo evolucionar de forma exponencial, todo lo que yo gané no lo cambio por nada.
Sigo con mi carrera laboral pero no me siento realizada y tras 5 años siento que me falta “más”, ese más fue el IMPULSO que me hizo dar el salto y decidir apostar por mi.